
La posibilidad de que Estados Unidos adquiera Groenlandia, impulsada por el expresidente Donald Trump, parece alejarse cada vez más de la realidad. Desde su primera propuesta en 2019, cuando sorprendió al mundo al hablar de la compra de la estratégica isla, el interés de Trump ha sido recibido con una firme negativa por parte de las autoridades danesas y groenlandesas. En una reciente declaración, Trump reafirmó su deseo de adquirir el vasto territorio, prometiendo a los isleños que «lo protegerán y cuidarán de un mundo exterior muy cruel», pero nuevamente, las autoridades respondieron con un claro «no».
Ubicada en el océano Atlántico norte y controlada por Dinamarca desde hace más de 300 años, Groenlandia es una de las regiones menos pobladas del planeta, con aproximadamente 55,000 habitantes, principalmente inuits. A pesar de sus vastos recursos naturales, como minerales y petróleo, la economía de la isla depende en gran medida de una subvención anual de Dinamarca que representa el 20% de su PIB.

Trump, quien describió su idea de compra como «una gran operación inmobiliaria», planteó que la adquisición podría aliviar las finanzas de Dinamarca, que enfrenta pérdidas anuales significativas en su administración de la isla. Sin embargo, tanto el gobierno groenlandés como el danés han dejado claro que Groenlandia no está a la venta, enfatizando su autonomía y derechos como nación.

A pesar de los rechazos, el exmandatario continúa insistiendo en que Groenlandia es esencial para la seguridad económica de EE.UU. Durante su primer mandato, incluso exploró cómo hacer realidad su propuesta, pero el plan fue finalmente abandonado por la administración de Joe Biden. Hoy, Trump parece decidido a revivir su proyecto, afirmando que el control de Groenlandia es una «necesidad absoluta» para la seguridad nacional.
Los líderes groenlandeses han respondido reiterando su interés en la independencia de Dinamarca y subrayando que la isla no está en venta. Mientras tanto, la población groenlandesa y los expertos continúan cuestionando la seriedad y viabilidad de la propuesta de Trump, viéndola más como una jugada política que como una posibilidad real. Fuente: El Perfil










