Un nuevo episodio de violencia volvió a empañar la Copa Sudamericana. En el estadio Maracaná, antes del inicio del segundo tiempo del partido entre Lanús y Fluminense, la policía brasileña reprimió con golpes y violencia a los hinchas del Granate que se encontraban en la tribuna visitante.
La situación generó un clima de máxima tensión: los jugadores de Lanús se plantaron en señal de protesta y se negaron a reanudar el encuentro hasta que se garantizara la seguridad de su gente. Por varios minutos, el partido quedó interrumpido, mientras la transmisión oficial mostraba las imágenes del operativo policial contra los simpatizantes argentinos.
Recién después de que se calmara el escenario en las tribunas, los futbolistas regresaron a sus posiciones y el duelo correspondiente a la vuelta de los cuartos de final pudo continuar.
Este escándalo internacional pone nuevamente bajo la lupa la organización y los operativos de seguridad en partidos internacionales, especialmente cuando se trata de hinchadas visitantes. Desde Lanús expresaron su preocupación por la integridad de sus simpatizantes y adelantaron que podrían elevar un reclamo formal ante la Conmebol.
La violencia en el fútbol sudamericano vuelve a ser noticia y suma un capítulo más a la lista de incidentes que generan cuestionamientos sobre el accionar policial y las garantías de seguridad en competencias internacionales.
