El próximo 18 de enero se cumple una década de la muerte del fiscal Alberto Nisman, un caso que conmocionó a la Argentina y que sigue dividiendo opiniones sobre si fue un suicidio o un homicidio. En este contexto, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, ha quedado en el centro del debate por sus declaraciones pasadas y presentes sobre el caso.
Hace siete años, en una entrevista con la Televisión Pública, Cúneo Libarona aseguró con convicción que Nisman se había suicidado, basándose en las pruebas disponibles en aquel momento. Entre los elementos que mencionó, destacó que el fiscal había solicitado un arma a su colaborador Diego Lagomarsino y la disposición física del cuerpo, que, según él, no evidenciaba intervención de terceros. “Creo que no aguantó la situación, mucho dolor personal, y tomó esta decisión”, expresó entonces.
Sin embargo, en una reciente aparición en la mesa de Mirtha Legrand, el ministro tomó distancia de sus dichos. Reconoció que su opinión inicial fue «de café» y “sin haber leído una hoja” del expediente. “El caso avanzó mucho, se dictó un procesamiento y la Cámara lo confirmó. Lo que opine hoy no tiene interés, la causa sigue su curso y es tarea del Poder Judicial”, sostuvo.
El contexto político y judicial
El gobierno de Javier Milei, al que pertenece Cúneo Libarona, se ha alineado con la hipótesis de que Nisman fue víctima de un homicidio. Esta postura contrasta con las declaraciones pasadas del ministro, quien ahora evita emitir opiniones definitivas sobre el caso, destacando que corresponde al sistema judicial resolverlo.
A diez años de la muerte de Nisman, el caso sigue siendo una herida abierta en la sociedad argentina, polarizando opiniones y marcando la relación entre justicia, política y verdad.









