Este sábado 24 de mayo, la Iglesia Católica celebra el Día de María Auxiliadora, una de las advocaciones marianas más queridas por los fieles y patrona del agro argentino. La devoción tiene un profundo arraigo en el mundo cristiano y está especialmente ligada a la espiritualidad salesiana, impulsada por San Juan Bosco en el siglo XIX.
La historia de esta conmemoración remonta a 1815, cuando el Papa Pío VII, tras haber sido prisionero de Napoleón Bonaparte, regresó a Roma y proclamó la festividad de María Auxiliadora como muestra de gratitud por su liberación. Posteriormente, en 1862, San Juan Bosco promovió intensamente esta devoción, tras una visión en la que la Virgen le aseguraba su auxilio en tiempos difíciles.
A lo largo de los siglos, María Auxiliadora ha sido reconocida como protectora de los cristianos, especialmente en momentos de conflicto y enfermedad. Diversos santos como San Juan Crisóstomo, San Sabas y San Juan Damasceno ya la invocaban como “auxiliadora” en los primeros siglos del cristianismo.
En el mundo, se le atribuyen numerosos milagros y favores. En la Batalla de Lepanto (1571), en la defensa de Viena (1683) y durante la Guerra de los 30 años, los fieles atribuyeron a la Virgen la victoria y la paz, reforzando su lugar como figura de protección.
En Argentina, María Auxiliadora es reconocida también como patrona del agro, lo que refuerza su vínculo con las comunidades rurales y productivas. Su imagen y festividades tienen una presencia significativa en escuelas, parroquias y celebraciones del campo.
Uno de los mayores símbolos de esta devoción es la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia, construida por San Juan Bosco con los pocos recursos que tenía, y que, según él, fue levantada “con milagros, ladrillo por ladrillo”.
La jornada invita a la reflexión, la oración y la renovación de la fe, especialmente entre quienes confían en la protección de María como guía espiritual y ayuda en tiempos de dificultad.